La adolescencia
La
adolescencia es un periodo en el desarrollo biológico, psicológico, sexual y
social inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad. Su
rango de duración varía según las diferentes fuentes y opiniones médicas,
científicas y psicológicas, pero generalmente se enmarca su inicio entre los 10
a 12 años, y su finalización a los 19 o 20.
Características
La
adolescencia se caracteriza por el crecimiento físico y desarrollo psicológico,
y es la fase del desarrollo humano situada entre la infancia y la edad adulta.
Esta transición es tanto física como psicológica por lo que debe considerarse
un fenómeno biológico, cultural y social.
Muchas
culturas difieren respecto a cuál es la edad en la que las personas llegan a
ser adultas. En diversas regiones, el paso de la adolescencia a la edad adulta
va unido a ceremonias y/o fiestas, como por ejemplo en el Benei Mitzvá, que se
celebra a los doce años. Aunque no existe un consenso sobre la edad en la que
termina la adolescencia, psicólogos como Erik Erikson consideran que la
adolescencia abarca desde los doce o trece años hasta los veinte o veintiún
años. Según Erik Erikson, este período de los 13 a los 21 años es la búsqueda
de la identidad, define al individuo para toda su vida adulta quedando
plenamente consolidada la personalidad a partir de los 21 años. Sin embargo, no
puede generalizarse, ya que el final de la adolescencia depende del desarrollo
psicológico, la edad exacta en que termina no es homogénea y dependerá de cada
individuo.
Cambios psicológicos durante la
adolescencia
Los
cambios psicológicos que se producen durante la adolescencia son producto de
todos los factores vistos recientemente:
• Invencibilidad: el adolescente explora
los límites de su entorno, tanto de su propio físico, como de sus
posibilidades. Ello trae como consecuencia el gusto por el riesgo.
• Egocentrismo:
el adolescente se siente el centro de atención porque se está descubriendo a sí
mismo, y para él, no hay nada más importante en ese momento.
• Audiencia
imaginaria: el adolescente, nervioso por los cambios que está viviendo, se
siente observado constantemente, parece como si todo el mundo estuviera siempre
pendiente de él. Es entonces cuando aparece la sensación de vulnerabilidad y el
miedo al ridículo.
• Iniciación
del pensamiento formal: durante esta época, el adolescente comienza a hacer
teorías y dispone de toda una serie de argumentos y análisis que pueden
justificar sus opiniones. Muchas veces, estos argumentos son contradictorios,
lo cual no importa mucho al adolescente. Ha descubierto su capacidad de
razonar, y la ejercita siempre que puede.
• Ampliación
del mundo: el mundo no se acaba en las paredes del domicilio familiar, por
lo que comienzan a surgir sus propios intereses.
• Apoyo
en el grupo: el adolescente se siente confundido y adquiere confianza con
sus iguales. El apoyo que logra en el grupo es importante para seguir
creciendo, puesto que les une el compartir actividades.
• Redefinición
de la imagen corporal, relacionada a la pérdida del cuerpo infantil y la
consiguiente adquisición del cuerpo adulto.
• Culminación del proceso de separación
/ individualización y sustitución del vínculo de dependencia simbiótica con los
padres de la infancia por relaciones de autonomía plena.
• Elaboración
de los duelos referentes a la pérdida de la condición infantil: el duelo
por el cuerpo infantil perdido, el duelo por el rol y la identidad infantil
(renuncia a la dependencia y aceptación de nuevas responsabilidades) y el duelo
por los padres de la infancia (pérdida de la protección que éstos significan).
• Elaboración
de una escala de valores o códigos de ética propios.
• Búsqueda
de pautas de identificación en el grupo de pares.
Cambios sociales y de personalidad en la
adolescencia
Los
cambios que más pueden definir a la adolescencia son: el afán de originalidad
(querer ser diferente a los demás), el nacimiento de la intimidad, la búsqueda
de la identidad y el replanteamiento de lo que es uno mismo.
Lo
más importante para un adolescente es resolver su problema de identidad,
responder a la pregunta: ¿quién soy yo en realidad? Se viven enormes cambios y
se plantean dudas sobre si se es la misma persona de antes o qué se llegará a
ser en un futuro.
Durante
estos años se exploran nuevos intereses, se prueban a sí mismos en diferentes
actividades, se entra en contacto con distintos valores y, en fin, se entra en
contacto directo con el mundo exterior y con el mundo interno que cada uno de
nosotros tenemos. Ambos empiezan a resultar mucho más ricos en esta etapa.
Esta
confusión se refleja en el excesivo tiempo que se dedica a veces a elegir
determinadas alternativas para el futuro, por ejemplo una profesión, en el
culto a determinados modelos a seguir (un héroe, un cantante, una actriz…), la
impulsividad o la falta de tolerancia hacia los demás. También en muchos casos
el enamorarse es un intento de descubrir la propia identidad, compartiendo
pensamientos y sentimientos con otra persona para verse reflejada en esta y
saber quién se es.
La
respuesta a la identidad no se resuelve del todo en esta etapa y lo va haciendo
a lo largo de la vida. Nuestro papel como padres es ayudarles mediante la
confianza depositada en ellos y el diálogo a que el futuro adulto vaya
conociendo los pros y los contras de sus decisiones y de este modo ayudarles a
reconocer el camino que quieren seguir.
Se
suele dividir las etapas de la adolescencia en tres.
Cada
etapa trae sus propios cambios físicos, emocionales, psicológicos y de
comportamiento.
El
desarrollo de los niños entre 8 y 18 años no está solamente determinado por el
crecimiento y los cambios biológicos que experimentan en su cuerpo, sino
también por su propio temperamento y personalidad, las expectativas puestas en
ellos por los adultos con los que conviven, y las influencias sociales.